Nuestra primera parada fueron 4 días Nueva York. La ciudad es espectacular y merece la pena todo. Cogimos el CityPass, el cual es bastante recomendable para visitar los lugares más típicos. Después 6 días en Florida. Llevábamos cogido un coche de alquiler y fue una de las mejores ideas y de las mejores experiencias del viaje. La primera parada fue San Agustín, un pequeño pueblo fundado por españoles con un magnífico fuerte de estrella muy bien conservado y que hay que visitar. A parte del encanto del lugar, para los amantes de la historia, es una parada muy interesante. El hotel y la comida en San Agustín estuvieron muy bien.
Después fuimos a Universal Orlando. Muy divertido pero agotador. En un día fue más que suficiente y merece la pena. El de Orlando con diferencia el mejor de todos los que estuvimos. Posteriormente fuimos a Naples, aunque realmente allí fuimos a dormir porque todo el día estuvimos por los Cayos de la Costa Oeste de Florida, concretamente estuvimos en Cayo Siesta: kilométrica playa de arena blanca, fina como la harina. Muy buen ambiente. En Miami estuvimos 3 días y… nos sobraron dos. No lo pasamos mal pero tampoco para recomendarla ya que es excesivamente turística y no tiene nada especial (Marbella con rascacielos). Lo que sí es muy recomendable, casi diría que imprescindible: los Everglades y los Cayos. En los Everglades nos montamos en la típica lancha con el ventilador gigante detrás y vimos cantidad de alligators en un escenario incomparable. Para ir a los Cayos, cogimos por una carretera que literalmente va todo el tiempo sobre el agua. Sólo eso ya merece la pena. En Islamorada comimos uno de nuestros mejores almuerzos del viaje en Lorelei, un bar en medio del manglar, recomendación personal de la agencia.
Finalmente y para descansar, fuimos a Riviera Maya, y eso ya fue como un sueño. Solo 3 noches se nos hicieron cortas, sin embargo mereció la pena hasta el último minuto. En definitiva, todo era espectacular: la naturaleza, la historia del lugar, el hotel, etc.. Y ese fue nuestro viaje, el cual no habría sido igual sin la magnífica organización, la dedicación y el esmero que Juan puso en todo momento. Todo preparado hasta el más mínimo detalle, incluso con una guía diaria y recomendaciones acerca de los sitios que íbamos a visitar.